A «História da Filosofia, Dos pré-socráticos à filosofia contemporânea», publicada por Edições 70 em Portugal, obra dos catedráticos espanhóis Juan Manuel Navarro Cordón ( 9 de abril de 1942 Hinojosa del Duque, Córdoba, Espanha- ) e Tomás Mariano Calvo-Martínez (22 de Maio de 1942, Ávila, Espanha- ) da Universidade Complutense, é uma obra de mérito mas tem algumas relevantes confusões conceptuais. Sobre Kant escrevem:
«Toda a doutrina kantiana do conhecimento se fundamenta na distinção de duas fontes do conhecer: a sensibilidade e o entendimento que possuem características distintas e opostas entre si. A sensibilidade é passiva, limita-se a receber impressões provenientes do exterior (cores, sons, etc.), em termos gerais, aquilo que Locke denominava "ideias simples" e Hume "impressões de sensação"; o entendimento pelo contrário é activo (...).»
«Esta distinção entre sensibilidade e entendimento (e a consequente afirmação de que este produz espontaneamente certos conceitos) pode utilizar-se para fundamentar filosofias muito distintas. Vejamos:
«a) Em primeiro lugar, pode ter como resultado uma doutrina racionalista. De facto, Kant foi, de início, um filósofo racionalista(...)
b) Mas, impressionado pela filosofia de Hume, Kant acabou por abandonar o racionalismo (Kant dizia que Hume o havia despertado do "sono dogmático"em que estava mergulhado). Sob a influência de Hume, Kant chegou à conclusão que o nosso conhecimento não pode pretender ir para além da experiência. Que acontece, então, com aqueles conceitos que não procedem dos sentidos, que o entendimento produz espontaneamente?
«A resposta de Kant será a seguinte: é certo que existem no entendimento conceitos que não procedem da experiencia, mas tais conceitos terão aplicação exclusivamente no âmbito dos dados sensoriais. (...)
«O conceito de "substância" que nos é imprescindível para unificar um conjunto de qualidades sensíveis (cor, etc) não tem sentido se for aplicado, por exemplo, a Deus, do qual não temos experiência sensível».
( Juan Manuel Navarro Cordón, Tomás Calvo Martínez, «História da Filosofia, Dos pré-socráticos à filosofia contemporânea», Edições 70, pp 383-385; o destaque a negrito é posto por nós).
Neste excerto há diversas imprecisões.
Navarro e Calvo asseguram que a sensibilidade, segundo Kant, «limita-se a receber impressões provenientes do exterior (cores, sons, etc.)». É uma interpretação realista, distorcida do pensamento de Kant. Cores e sons emergem do interior, são qualidades subjectivas, irreais, conforme Kant escreveu:
«O sabor agradável de um vinho não pertence às propriedades objectivas desse vinho, portanto de um objecto, mesmo considerado como fenómeno, mas à natureza especial do sentido do sujeito que o saboreia. As cores não são propriedades dos corpos, à intuição dos quais se reportam, mas simplesmente modificações do sentido da vista que é afectado pela luz de uma certa maneira. O espaço, pelo contrário, como condição de objectos exteriores, pertence necessariamente ao fenómeno ou à intuição do fenómeno...» (Kant, Crítica da Razão Pura, pag. 69, nota de rodapé, Fundação Calouste Gulbenkian; o negrito é acrescentado por nós).
Portanto, cores e sons não vêm do exterior. São qualidades subjectivas, duplamente interiores ao sujeito.
Outro equívoco de Juan Navarro Cordón e Tomás Calvo-Martínez é a tese de que Kant abandonou o racionalismo, pelo facto de considerar o conhecimento limitado ao campo do experienciável e da matemática a priori. Ora Kant permaneceu sempre racionalista, antes de tudo porque era idealista material (a matéria não existe em si mesma é pura ilusão gerada na sensibilidade) e o idealismo pressupõe racionalismo ( a razão elimina a crença ingénua dos sentidos de que há um mundo material fora de nós).
Navarro Cordón e Calvo Martínez confundem racionalismo com realismo metafísico, doutrina que sustenta que há um mundo material exterior a nós, incognoscível no seu todo ou em parte. Há racionalismo idealista material (caso de Kant) um racionalismo ideal-realista (caso de Hegel), e um racionalismo realista material(casos de Aristóteles, São Tomás de Aquino, Karl Popper, etc.). Kant é, como nós o definimos desde há anos, empiro-racionalista, conceito que não pertence ao género ontológico (realismo, idealismo, fenomenologia) mas sim ao género gnosiológico (fonte e modo de conhecimento) .
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© (Direitos de autor para Francisco Limpo de Faria Queiroz
Platón era gnóstico y, por supuesto, sostenía que la dualidad de princípios es el origen de todo. Aristóteles no planteó esa posición y criticó a Platón y a otros puesto que sostuvo que la ousía (sustancia) primaria está exenta de contrarios. El término Sustancia no mienta necesariamente un objecto material, significa un ente, material o formal o espiritual, individualizado. Escribió Aristóteles:
«Pues bien, todos ponen los contrários como princípios, tanto en el caso de las cosas físicas como en el caso de las sustancias (nota: en versión de Tomás Calvo Martínez: entidades) inmóviles. (...) Y es que, más bien, todas las cosas se generan a partir de contrarios a condicion de que haya algun sujeto. Es pues absolutamente necesario para los contrarios que lo haya. Los contrarios todos, en efecto, se predican siempre de un sujeto, y ninguno de ellos existe separado, mientras que la sustancia (ousía, en la tradución de Tomás Calvo Martínez, editorial Gredos: entidad) no tiene ningún contrario, como muestran claramente los hechos y corrobora el razonamiento. Por consiguiente ningún contrario es primariamente principio de todas las cosas, sino que (el principio) es otro». (Aristóteles, Metafísica, Libro XIV, 1087a , 30-35; 1087b, 0-5, pp 553- 554 de la versión de Gredos; el destaque en negrita es colocado por nosotros),
No es verdad lo que Aristoteles escribe: los contrarios no se predican de un sujeto, sino de dos sujetos. Aristóteles manifiesta un pensamiento antidialéctico al separar el uno de la dualidad: además su razoniamento isolacionista, no dialéctico, se patenteaba ya en la frase «pero lo Primero no tiene contrario alguno» (Metafísica, Libro XII, 1075b, 20-25, pág 500 de la versión de Gredos),. Si es verdad que puede decirse que la dualidad se predica del uno es igualmente verdad que el uno puede predicarse a partir de los dos contrarios originales diciendo «Díos y la chora o materia oscura eterna e incriada, según Platón, forman una unidad» La contrariedad es intrínseca al todo, lo que hace que nunca hubo un estado de unidad indivisible antes que surgiera la división de contrarios. Platón teorizó que los principios son el Uno y la Díada de lo Grande y lo Pequeño, y no el Uno aislado primariamente.
© (Direitos de autor para Francisco Limpo de Faria Queiroz)
Aristóteles consideró que hay tres ciencias teoréticas, superiores, basadas en principios no empíricos: las matemáticas, la física y la teología. En su célebre tratado «Metafísica» escribió:
«Con que tres serán las filosofías teóricas: las matemáticas, la física y la teología (no deja de ser obvio, desde luego, que lo divino se da en esta naturaleza, si es que se da en alguna parte), y la más digna de estima de ellas ha de versar sobre el género más digno de estima. Y es que las ciencias teóricas son, ciertamente, preferibles a las demás y de las teóricas, ésta es la preferible.»
«Cabe plantearse la aporía de si la filosofia primera es acaso universal, o bien se ocupa de un género determinado y de una sola naturaleza (en las matemáticas, efectivamente, no todas las disciplinas se hallan en esa misma situación, sino que la geometría y la astronomía versan sobre una naturaleza determinada, mientras que la matemática general es común a todas ellas). Así pues, si no existe ninguna otra entidad fuera de las físicamente constituidas, la física sería ciencia primera. Si, por el contrario, existe alguna entidad inmóvil, ésta será anterior, y filosofía primera, y será universal de este modo: por ser primera. Y le corresponderá estudiar lo que es, en tanto que es, y qué-es, y los atributos que le pertenecen en tanto que algo (Aristóteles, Metafísica, Libro VI, 1026 a, 20-30; traducción de Tomás Calvo Martínez; la negrita es añadida por mí no como contenido sino como forma visual).
La aporía reside en que Aristóteles atribuye un doble sentido al término «filosofía primera»: teología, es decir, estudio de Díos o dioses; ontología, es decir, estudio del ente y del ser, es decir, de la pura existencia o de la estructura general de la existencia. Cuando la filosofía primera estudia «lo que es, en tanto que es» es pura ontología, nada tiene que ver com Díos - pero Aristóteles no puntualiza ésto. Cuando estudia el qué-es es pura eidologia - el término es mío: estudio de la esencia o forma común a muchos entes - puesto que Díos, el pensamiento inmóvil, es un qué-es (tó tí), al igual que el sol, las estrellas, las nubes, o los animales son qué-es, esencias (eidos).
Lo que es - el ser, el existir puro: einai - no es exactamente lo mismo que algo que es - el ente, la sustancia y el accidente en abstrato: tó on - ya que algo que es posee una forma y lo que es no tiene forma.
EL PRIMER PRINCIPIO
Aristóteles indicó a Díos, la entidad que por su perfección genera el deseo de movimiento en las estrellas y planetas, como la causa primera. Debe notarse que el concepto de primer motor no es exactamente el de motor inmóvil: Díos es el motor inmóvil, no hace nada y es la causa final del movimiento de los astros en sus esferas de cristal concentricas, y la última esfera de estrelas, que empieza a moverse en círculo cuando ve a Díos intentando alcanzarle es el primer motor (primum mobile). Escribió el filósofo:
«Es pues, evidente, que se llega a algun principio que ya no puede retrotraerse a otra cosa. Este será, por tanto, el principio de lo que ocurre fortuitamente, y no habrá ninguna otra causa de la producción de este principio».
«Ha de investigarse muy especialmente, sin embargo, hacía que tipo de principio y hacía qué tipo de causa conduce tal reducción, si a la que lo es como materia, o como el para-qué o como aquello que produce el movimiento.»
(Aristóteles, Metafísica, Libro VI, 1027 b, 20-30; traducción de Tomás Calvo Martínez; la negrita es añadida por mí no como contenido sino como forma visual).
¿Como puede Díos, el pensamiento puro e inmóvil, que se piensa a sí mismo y no a los árboles ni a los astros, a los que indirectamente puso en movimiento por el deseo de aquéllos de alcanzarle, ser el principio de lo que sucede fortuitamente? No puede, logicamente. Éste es un fallo del pensamiento de Aristóteles, a mi opinión. La causa de los accidentes, de lo que sucede fortuitamente, como por ejemplo, el surgimiento de una enfermedad grave en una persona, es la materia, causa del movimiento, y la forma eterna ( de pulmón, de cuerpo humano) en tanto que se añadió a la materia. Pero esta forma eterna (eidos) no es Díos y, al parecer, no ha sido creada por Díos, que no es obrero sino pensador puro.
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