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En su célebre tratado «Teoría del conocimiento» el filósofo alemán J. Hessen plantea las corrientes de gnoseología bajo cierta confusión. Escribió:
«El subjetivismo, el relativismo y el pragmatismo son, en el fondo escepticismo. La antítesis de éste es, como hemos visto, el dogmatismo. Pero hay una tercera posición, que resolvería la antítesis en una síntesis. Esta posición intermedia entre el dogmatismo y un escepticismo se llama el criticismo (...) El criticismo comparte con el dogmatismo la fundamental confianza en la razón humana. El criticismo está convencido de que es posible el conocimiento, de que hay una verdad.» (J.Hessen, Teoría del conocimiento, Espasa Calpe Argentina, Buenos Aires-México, Tercera Edición, 1944, pág. 49; lo destacado en negrito es de mí labor).
Nadie consiguió discernir los errores conceptuales de Hessen en este passaje. El subjectivismo, doctrina según la cual la verdad es subjetiva, íntima, propria de un solo indivíduo, variable de persona a persona es un dogmatismo: tiene la certeza de que la verdad se circunscribe a cada persona y no es para nada objetiva, común. Es cierto que el subjetivismo para constituirse empleó el escepticismo - «Tengo dudas de que hay una verdad común y universal sobre lo que sea» - pero se assentó como um dogmatismo. Subjetivismo pertenece al género dogmatismo y no al género escepticismo porque afirma una certeza: la verdad es individualizada, variable según cada persona.
En modo similar, relativismo, doctrina según la cual la verdad es relativa, es decir, variable con las clases y grupos sociales, países, épocas, etc., - por ejemplo: «Díos es uno y trino para los cristiano», «Díos es solo uno y único para los musulmánes», «Díos es un espejismo para los ateos», «Díos es varios diosos diferentes para los hindús»- es un dogmatismo flexible, policentrico.
En modo similar, pragmatismo, doctrina según la cuál la verdad se halla en las cosas visibles y tangibles, empiricamente demostrables y útiles, despreciando la metafísica y los ideales inalcançables - ejemplo, «soy pragmático, estaba enamorado de una chica locutora de televisión, muy deseada por millones de hombres, pero voy a casarme con la chica de una tienda de mi barrio, mucho más assequible que la locutora que, para mí, es inalcançable»»- es un dogmatismo, a veces combinado con algún escepticismo.
Hessen escribe sin la suficiente claridad:
« En la cuestión de la possibilidad de conocimiento, el criticismo es la única posición justa. Pero esto no significa que sea preciso admitir la filosofía kantiana. Es menester distinguir entre el criticismo como método y el criticismo como sistema. En Kant el criticismo significa ambas cosas: no sólo el método del que el filósofo se sirve y que se opone al dogmatismo y al escepticismo, sino también el resultado determinado a que llega con la ayuda de ese método.»
(J.Hessen, Teoría del conocimiento, Espasa Calpe Argentina, Buenos Aires-México, Tercera Edición, 1944, pág. 50; lo destacado en negrito es de mí labor).
Hessen postula que el criticismo es un término medio entre dogmatismo y escepticismo. Pero no existe ese intermedio. Dogmatismo es como ser y cepticismo es como no ser, no hay mediación entre los dos: o crees en algp o no te lo crees. Cási todo es dogmatismo: el criticismo de Kant es un dogmatismo, puesto que asegura que el espacio y el tiempo son subjetivos, esto es, formas a priori de la sensibilidad y que el entendimiento se compone de 12 categorías o conceptos puros (unidad, pluralidad, totalidad, realidad, limitación, negación, etc.) y que la razón, sin conocimiento, prescruta el mundo incognoscible de los númenos (Díos, alma, libertad, mundo como totalidad).
Hessen siguió erróneamente a Kant al postular la tríada dogmatismo-escepticismo-criticismo y la tríada racionalismo-empirismo-criticismo. El criticismo no es ninguna tercera posición autónoma, sino una modalidad del dogmatismo: el dogmatismo crítico sostenido por muchos filósofos desde la Antiguedad clásica. Por ejemplo, la teoría de Demócrito de que las cosas se componem de átomos indivisibles e invisibles rodando en el vacío ya era un criticismo, un dogmatismo crítico, un realismo crítico.
Kant cometió también una falacia al pretender situar el criticismo entre el racionalismo y el empirismo. Criticismo es idealismo crítico y está, sin duda, en una esfera diferente de la que se basa en la dicotomía racionalismo-idealismo y esta es la esfera gnoseológica. Criticismo/ Idealismo crítico está en la esfera ontológica, del ser, y no meramente en la gnoseológica, del modo de conocer,
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Diego Sánchez Meca, al igual que la generalidad de los catedráticos de filosofía, no plantea que Aristóteles siguió siendo un platónico al revés ya que anteponía la forma eterna (eidos) a la sustancia (ousía):
«Cada objeto del mundo sensible es una sustancia compuesta de materia (hyle) conformada por una forma (eidos). El entendimiento abstrae esa forma o eidos inherente a una determinada clase o conjunto de seres. De modo que las formas no existen separadas del mundo sensible, sino que es sólo el entendimiento el que hace de ellas una consideración separada. ( )
«El gran esfuerzo metafísico de Aristóteles está, pues, en volver a unir lo universal e inmutable, desde el punto de vista metafísico, con lo concreto y cambiante del mundo fenoménico. Su solución consiste en afirmar que, siendo lo universal real, sólo existe en lo concreto, y que, a su vez, lo concreto existe como tal porque realiza una esencia absoluta,» (Diego Sánchez Meca, Teoría del Conocimiento, Dykinson, pag 86)
Lo que Sánchez Meca no aclara es donde están las formas de los objetos físicos antes de la génesis de cada uno de estos. ¿Donde están la forma árbol y caballo, antes de que surgieran los primeros árboles y los primeros caballos? Sánchez Meca arguye que «las formas no existen separadas del mundo sensible» pero eso es muy vago, impreciso. Es cierto que hay pasajes de la «Metafísica» que inducen en error por el doble sentido del concepto de acto o realidad presente: forma eterna, sin tiempo (enteléquia); realidad de este ahora, en devenir (energeia).
«Así pues, es evidente que si existen realidades fuera de los individuos, tal como algunos acostumbran a hablar de las Formas, la causalidad de las Formas no tendrá utilidad ninguna para explicar las generaciones y las sustancias.» (Aristóteles, Metafísica, Libro VII, 1033 b, 25-30).
Pero si poseemos una visión de conjunto sobre la obra del filósofo, concluimos que, en la filosofía de Aristóteles, sí, las formas están separadas del mundo sensible. Se trata, en rigor, de que nunca están separadas de la materia sensible (hyle) - pero la materia prima no es mundo, sino caos - que aún no existe y constituye una suerte de inmenso océano sin límites en donde se ubican las formas inmóviles y eternas. Pero la forma de esfera es preexistente, está junto a la hylé antes de surgir la forma de esta o aquella esfera de bronce, o madera o plástico y lo mismo sucede con las formas de elefante, hombre, nube, hierba y todos los objetos de la naturaleza.
«En efecto, producir algo determinado no es sino producir algo determinado a partir de lo que es sustrato en sentido absoluto (quiero decir que hacer redondo el bronce no es hacer ni la redondez ni la esfera, sino algo distinto, por ejemplo, tal forma en otra cosa. ( ) Es evidente, pues, que ni se genera la forma (o comoquiera que haya de denominarse la configuración de lo sensible) ni hay generación de ella, y tampoco se genera la esencia (ésta es, en efecto, lo que es generado en otro por arte, por naturaleza, o por alguna potencia).» (Aristóteles, Metafísica, Libro VII, 1033 a, 30, 1033 b, 1-10).
La teoría aristotélica de las formas incorruptibles se trata de una versión inmanente del platonismo, con la diferencia de que en Aristóteles el eidos es un verdadero universal mientras en Platón la idea u ousía inteligible es un singular cuya proyección se convierte en universal..
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