Segunda-feira, 18 de Março de 2019
Incomprensión de Diego Sánchez Meca sobre la ontognosiología de Kant
Teoría del conocimiento de Diego Sánchez Meca es una obra con apreciables méritos en la filosofía española, pero carece de comprensión de la filosofía de Kant, como sucede, alias, con la generalidad de los catedráticos del mundo de hoy. En 34 páginas escritas sobre Kant, Sánchez Meca no refiere una sola vez que, para Kant la materia, los objetos materiales son ilusiones, realidades aparentes, que desaparecerían si la mente del sujeto cognoscente, el yo, se extinguiera. Sin embargo, hace una cita de Kant que evidencia lo que afirmamos, de la cual no extrae la conclusión necesaria:
 
Sólo conocemos fenómenos
 
«Hemos pretendido afirmar que todas nuestras intuiciones no son más que una representación fenoménica;  que las cosas que intuímos no son en sí mismas como las intuimos, ni suas relaciones tienen en sí mismas el carácter con que se nos manifiestan; que si suprimiéramos nuestro sujeto o simplemente el carácter subjetivo de los sentidos en general, todo el carácter de los objetos, todas sus relaciones espaciales y temporales, incluso el espacio y el tiempo mismos, desaparecerían. Como fenómenos, no pueden existir en sí mismos, sino sólo en nosotros. Permanece para nosotros absolutamente desconocido qué sean los objetos en sí, independientemente de toda esa receptividad de nuestra sensibilidad.» (Kant, I., Crítica de la Razón Pura, ed. cit., p.82-83) , citación in Diego Sánchez Meca, Teoría del Conocimiento, Dykinson, Madrid , 2001, pág. 286).
 
 
Sánchez Meca no acentúa el carácter de la materia como simple representación, es decir, de la totalidad de la materia, de la materia en sí misma, la materia ontológica  y no sólo la materia del conocimiento, la materia gnoseológica, cuando escribe:
 
 
«Kant se propone, en su Crítica de la Razón pura, desarrollar la verdadera posibilidad fundamentadora del saber, que no puede buscarse en el nivel de la materia del conocimiento, sino que ha de encontrarse en la forma del conocimiento, o sea, en los elementos y funciones a priori que dan orden y unidad a aquellas impresiones».(Diego Sánchez Meca, Teoría del Conocimiento, Dykinson, Madrid , 2001, pág. 28).
 
 
 
Sánchez Meca, al igual que la prática totalidad de los académicos de hoy,  no entendió el estatuto ontológico de la materia en la filosofía de Kant. El idealismo de Kant es, en esencia, lo mismo que el idealismo de George Berkeley, aunque Kant intenta disfrazarlo bautizando su idealismo transcendental de «realismo empírico», es decir, realismo en aparencia. Ejemplificando: las casas, los ríos, las nubes, los árboles, los animales y otros fenómenos físicos existen dentro de mi mente cósmica, «exterior»,  aunque fuera de mi pequeño cuerpo físico y sí mi Yo desapareciera todo el universo físico desapareciera puesto que este último no es real en sí mismo, está contenido en mí sensibilidad «externa». No existen el río-númeno, el árbol-númeno, la casa-númeno, el animal-númeno ya que los númenos no tienen forma ni materia, al revés de lo que piensan los malos intérpretes de Kant.
 
 
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Terça-feira, 16 de Setembro de 2014
Equívocos de Ferrater Mora sobre el idealismo de Kant

En su célebre Diccionario de Filosofía, José Ferrater Mora comete errores al tratar del tema idealismo. Escribe:

 

«En el centro del pensamiento idealista se encuentra Kant. Éste rechaza el idealismo problemático de Descartes y el idealismo dogmático de Berkeley, si bien encuentra el primero más justificado que el segundo. Pero el rechazo de estas formas de idealismo no le impide formular su proprio idealismo, el único que estima aceptable: el idealismo trascendental. Éste consiste en poner de relieve la función de lo «puesto» en el conocimento. El idealismo trascendental (o formal) kantiano se distingue, pues, de lo que Kant llama "idealismo material" en lo que no es incompatible con el "realismo empírico", antes bien alcanza a justificar este último. No se afirma, por tanto, que los objectos externos no existen o que su existencia es problemática; se afirma únicamente que la existencia de los objetos externos no es cognoscible mediante percepción inmediata. El idealismo trascendental kantiano no funda el conocimiento en lo dado (VÉASE), sino que, en todo caso, hace de lo dado una función de lo puesto.»

(José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Ariel, Tomo II, E-J, pag. 1737; la negrita es destacada por nosotros)

 

Al contrario de lo que sostiene Ferrater Mora, el idealismo de Kant es un idealismo material, absolutamente lo mismo que el de Berkeley, en esencia. Hay diferencias inesenciales, por supuesto: Kant habla de categorías del entendimiento, de espacio y tiempo como formas a priori de la sensibilidad, es decir, modos irreales de los seres irreales (fenomenos) pero Berkeley sostiene, al igual, que el espacio y el tiempo no son objetivos, reales en sí mismos. Y ésto es tan claro como para percibir el siguiente texto de Kant :

 

«De hecho, la materia, cuya unidad con el alma plantea grandes dificultades, no es más que una forma simple o un  simple modo de representación de un objeto desconocido, formado por esa intuición que llamamos sentido externo. Por lo tanto, debe haber algo fuera de nosotros a lo que corresponde el fenómeno que llamamos materia ". (Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, edición portuguesa, Fundación Calouste Gulbenkianpáginas 361-362, nota de pie de página; el destaque en negrita es puesto por mí)

 

Y aún escribió Kant:

 

«Debemos sin embargo recordar que los cuerpos no son objetos en sí mismos, que están presentes a nosotros, sino una simple manifestación fenoménica, quién sabe de qué objeto desconocido ... que por lo tanto no es el movimiento de la materia lo que produce en nosotros, representaciones, sino que él mismo (y por lo tanto también la materia que se vuelve cognoscible) es mera representación ... "(Kant, Crítica de la razón pura,  Fundación Calouste Gulbenkian, Lisboa, pp 363-364 Nota de pie de página;  la negrita es puesta  por mí). .

 

Resulta claro que la materia y el movimiento no existen fuera de nosotros, más allá de nuestra percepción sensible. No son más que "ideas", sensaciones. El númeno (Díos, alma, libertad, mundo como totalidad, etc) no es hecho de materia. No hay árboles-númenos, ni montañas-númenos, ni hierro-númeno, ni piedra-númeno. El hierro, la piedra, el árbol de madera y hojas son fenómenos, estan dentro del espacio (subjetivo) inventado por el hombre, no son sino representaciones en nosotros de un «objeto desconocido» no material, es decir, espiritual, metafísico.

 

Por tanto, el idealismo de Kant es justo lo mismo que el de Berkeley, ya que ambos dicen que la materia es representación (sensación o ideia subjetiva). Pero esto no es comprendido por la comunidad académica, desde Karl Popper hasta Saul Kripke y Heidegger, desde Husserl hasta Ferrater Mora y Olavo de Carvalho, comunidad que puede considerarse «burra», necia por su incapacidad de percibir la leyes de la analogía y del uno en el marco de las filosofías de Berkeley y Kant.

 

Berkeley dijo que «ser es ser percebido» y Kant sostuvo que «ser fenómeno, es decir, casa, árbol, cuerpo humano, etc, es ser percibido».

 

Kant lo comprendió, sí, pero se burló de Berkeley imitandole en su idealismo, añadindo a éste conceptos como formas a priori, categorías, trascendental, etc., aunque ridicularizando al filósofo irlandés al que calificó de idealista dogmático. Pero Kant era tan  idealista dogmático como Berkeley. El término idealismo trascendental no se opone como contrario a idealismo material: trascendental es el contrario de empirico, mienta el a priori, mienta que hay un idealismo material que habla de conocimentos innatos como los triangulos, círculos, números, como es el caso de Kant.

 

Kant fue deshonesto respecto a Berkeley quien es el verdadero creador del idealismo moderno material. Lo que Kant llama de "realismo empirico" no es más que idealismo material: la expresión «realismo empírico» mienta que los sentidos perciben como reales los cuerpos físicos a pesar de que no lo son, es decir, el entendimiento sabe que esos objetos son meras construciones de las categorías y de la sensibilidad con el espacio y el tiempo subjetivos y la imaginación. Pero Ferrater Mora y la generalidad de los académicos no han comprendido el significado de «realismo empírico» como falso realismo.

 

 

 

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Terça-feira, 5 de Fevereiro de 2013
Equívocos de Carlos Morujão e Karl Leonhard Reinhold sobre a ontognosiologia de Kant

Carlos Morujão escreveu, há oito anos, sobre a doutrina de Kant e a interpretação que dela fez  Karl Leonhard Reinhold:

 

«No entanto, o realismo empírico kantiano, mantinha como sabemos, a afirmação da existência de uma realidade que, por se conservar exterior à consciência, seria, contudo, impossível de conhecer. Foi a esta realidade meramente pensada que Kant chamou a coisa-em-si» ( Carlos Morujão, «Karl Leonhard Reinhold: Da "crítica da razão" à  busca do princípio incondicionado de todo o saber» ,in Revista Portuguesa de Filosofia, pag 735, Tomo 61, Fascículos 3-4, «Herança de Kant II- Efeitos & Transformações», 2005).

 

Não é claro que Carlos Morujão entendesse o significado da expressão «realismo empírico» usada por Kant. O realismo empírico kantiano não afirma nenhuma realidade exterior à consciência. Como realismo de um campo empírico, apenas afirma a realidade aparente dos fenómenos. Na verdade é um idealismo. Kant escreveu:

 

«Pelo contrário, o idealista transcendental pode ser um realista empírico e, portanto, como o chamam, um dualista, isto é, admitir a existência da matéria sem sair da simples consciência de si próprio, nem admitir algo mais do que a certeza das representações em mim, por conseguinte, nada mais que o cogito ergo sum.» (Kant, Crítica da Razão Pura, Fundação Calouste Gulbenkian, nota das pags 363-364: o bold é nosso).

 

 

Percebe-se que o "realismo empírico" de Kant se circunscreve ao eu penso (cogito) e, por conseguinte, é um falso realismo, sem embargo de Kant o denominar, ambiguamente, de «dualismo». Isto não é sublinhado nem compreendido por Morujão que prossegue assim:

 

«O objecto é, por conseguinte, a condição externa da representação, não depende dela, nem se modifica ao passo que a sua matéria - no sentido de matéria da representação, por conseguinte, solidária de uma determinada forma - se modifica com a sucessão das nossas representações. É o que acontece, por exemplo, ao aproximarmo-nos de uma árvore ou quando a vemos segundo perspectivas diferentes: a matéria da representação modifica-se, mas não o objecto que lhe servia de fundamento fora da consciência e que constitui o suporte material objectivo de um conjunto de propriedades diferentes que, em cada representação, lhe são atribuídas. É claro que nada impede que se chame ainda, a tal suporte objectivo, uma matéria mas apenas num sentido impróprio e derivado deste termo.» (Carlos Morujão, «Karl Leonhard Reinhold: Da "crítica da razão" à  busca do princípio incondicionado de todo o saber»,in Revista Portuguesa de Filosofia, pag 738, Tomo 61, Fascículos 3-4, «Herança de Kant II- Efeitos & Transformações», 2005; o bold é posto por mim).

 

Dizer que «O objecto é, por conseguinte, a condição externa da representação, não depende dela, nem se modifica» é adulterar a teoria de Kant. De facto, nada se sabe do objecto exterior ao espírito humano: não se pode pois dizer que permanece imutável.

 

Kant escreveu:

 

«Devíamo-nos, contudo, lembrar de que os corpos não são objectos em si, que nos estejam presentes, mas uma simples manifestação fenoménica, sabe-se lá de que objecto desconhecido; de que o movimento não é efeito de uma causa desconhecida, mas unicamente a manifestação fenoménica da sua influência sobre os nossos sentidos; de que, por consequência, estas duas coisas não são algo fora de nós, mas apenas representações em nós; de que, portanto, não é o movimento da matéria que produz em nós representações, mas que ele próprio (e portanto também a matéria que se torna, assim, cognoscível) é mera representação.» (Kant, Crítica da Razão Pura, Fundação Calouste Gulbenkian, nota das pags 363-364: o bold é nosso).

 

Quando Kant escreve os corpos são «uma simples manifestação fenoménica, sabe-se lá de que objecto desconhecido», a que corpos se refere? Às árvores, às mesas e cadeiras, aos cavalos e demais corpos animais, ao céu, à terra. Não existem a árvore-númeno e a árvore-fenómeno, como supõem Carlos Morujão, Karl Leonard Reinhold e a generalidade dos professores de filosofia. Não são o movimento da matéria nem a matéria que produzem em nós representações, diz Kant, eles são representação: isto significa que não há matéria fora do nosso espírito, mas apenas fora do nosso corpo que é uma pequena fração do nosso espírito/ balão cósmico.

 

A árvore ou o céu são, a cem por cento, fenómeno, isto é, representação. Atrás deles há o objecto desconhecido, sem forma, imaterial. Daí que seja um erro de Carlos Morujão qualificar o númeno como «o objecto que lhe servia de fundamento fora da consciência e que constitui o suporte material objectivo de um conjunto de propriedades diferentes». O númeno não tem matéria, não é suporte material de nada. Morujão interpreta Kant como um realista crítico extremo (há objectos materiais fora do nosso espírito, imutáveis, mas incognoscíveis). Mas Kant é um idealista material: a matéria é apenas sensação, realidade aparente, não subsiste fora da nossa sensibilidade, fora do espaço que é o sentido externo desta.

 

O exemplo da árvore como coisa em si que é percebida segundo perspectivas diferentes, dado por Morujão, é erróneo, induz em erro sobre a natureza do númeno, que é incorpórea e indefinível. A árvore, do mesmo modo que a casa, a nuvem ou a montanha é fenómeno-objecto, ou seja, é representação. Extinguem-se se porventura o meu espírito se extinguir.

 

  

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Terça-feira, 31 de Janeiro de 2012
Schopenhauer compreendeu bem Kant

 

Ao contrário da generalidade dos académicos de hoje, que interpretam Kant como um realista crítico ou realista fenomenológico (exemplificando como interpretam Kant: há fora de mim uma árvore material que é númeno, incognoscível, e a árvore que eu vejo é fenómeno, representação) Schopenhauer compreendeu muito bem o sentido da expressão "realismo empírico" em Kant. Escreveu:

 

«Sem embargo, o idealismo transcendental não disputa de maneira alguma ao mundo existente a sua realidade empírica, mas diz unicamente que esta não é incondicional, posto que tem por condição as nossas funções cerebrais das quais resultam as formas de percepção, quer dizer, tempo, espaço e causalidade; que por conseguinte, essa mesma realidade empírica não é mais que a realidade de um fenómeno.» (Arthur Schopenhauer, Historia de la filosofía (de los Presocraticos a Hegel) , pag 65, Editorial Quadrata).

 

E escreveu ainda:

 

« Vemos pois que Locke desconta da qualidade das coisas em si que recebemos de fora, o que é ação dos nervos dos sentidos; este é princípio simples, compreensível e indiscutível. Mas neste caminho deu Kant, mais tarde, o grande passo gigantesco  descontando também o que é ação do nosso cérebro (de essa massa nervosa relativamente muito maior) pelo qual se reduziram então todas as supostas propriedades primárias a secundárias, e as supostas coisas em si, a simples fenómenos, mas ficando então a verdadeira coisa em si despojada de aquelas propriedades e como uma quantidade completamente incógnita, como um verdadeiro x.» (Schopenhauer, ibid, pag 118; o destaque a negrito é de mimha autoria).

 

Ao falar da redução das qualidades primárias (forma, tamanho, movimento, extensão, substância indefinida)  a qualidades secundárias (as que só existem na nossa percepção, na nossa mente) Schopenhauer acentua bem o idealismo de Kant, em que a matéria é interna ao espírito humano. No entanto, é de assinalar que Kant manteve, na esfera idealista do espírito,  a distinção das qualidades primárias- que no seu sistema são intersubjetivas, apenas empiricamente reais (realismo empírico) - e das qualidades secundárias - cor, cheiro, sabor, calor e frio, grau de dureza, etc, - que no seu sistema são subjetivas, absolutamente irreais.  

 

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Segunda-feira, 2 de Agosto de 2010
Alain Renault segue Kant na falsificação da exposição do idealismo de Berkeley

 

O suculento livro "A filosofia"  de Alain Renault, catedrático de filosofia na Universidade de Paris IV, Sorbonne,  é um espelho do ensino universitário institucional: rico e caudaloso em erudição, deficiente em subtileza e autêntica profundidade filosófica. Vejamos alguns dos equívocos transmitidos por esta extensa obra.

 

A INCAPACIDADE DE COMPREENDER QUE O IDEALISMO DE KANT É O MESMO QUE O DE BERKELEY, NO ESSENCIAL

 

O conhecimento profundo da ontognoseologia de Kant é uma pedra de toque de um verdadeiro filósofo. Já neste blog insisti no facto de que nenhum catedrático de filosofia a nível mundial identifica o idealismo material de Berkeley com o idealismo material dito "transcendental"  de Kant, ao menos que eu saiba. Todos embarcam na mistificação, montada pelo próprio Kant, de que o seu idealismo seria diferente do de Berkeley, quando de facto, não é - exceptuada a parte acessória das estruturas a priori teorizadas por Kant. Kant aprendeu com Berkeley a fundamentar o seu imaterialismo e, numa reviravolta de sáurio, sem justificação a não ser a da vaidade pessoal, golpeia o seu mestre irlandês. Escreveu Kant:

 

«O próprio espaço, com todos os seus fenómenos como representações, só existe em mim; mas, nesse espaço, contudo, é dado o real ou a matéria de todos os objectos da intuição externa, verdadeira e independente de toda a ficção; e é também impossível que, nesse espaço, seja dada qualquer coisa de exterior a nós ( no sentido transcendental) porque o próprio espaço nada é fora da nossa sensibilidade. Por conseguinte, o idealista mais rigoroso não pode exigir que se prove que à nossa percepção corresponda o objecto exterior a nós (no sentido estrito)... O real dos fenómenos externos é, portanto, apenas real na percepção e não pode sê-lo de nenhuma outra maneira». (Kant, Crítica da Razão Pura, Fundação Calouste Gulbenkian, página 354-355)

 

Ora Berkeley diz exactamente o mesmo: a matéria dos corpos só é real na percepção, é irreal em todos os outros sentidos possíveis. Assim sendo, como pode Kant acusar Berkeley de negar a realidade do espaço em si quando ele, Kant, faz o mesmo?  Escreveu Berkeley:

 

«Diga-se porém: não existe matéria, se por MATÉRIA se designa uma substância impensante, que tem existência sem ser na mente; mas se se entende por MATÉRIA uma coisa sensível, cujo ser consiste na percepção respectiva, então realmente a matéria existe ( Berkeley, «Três Diálogos...», pag. 138)

«Não é certo que mude as coisas em ideias, senão antes que as ideias as mudo eu em coisas: pois aos objectos imediatos da percepção, que para vós não passam de aparências das coisas, considero-os como coisas reais” (« Três Diálogos», pág. 112).

 

A matéria é irreal em si mesma mas existe fora do meu corpo físico e dentro do imenso balão do meu espírito - este é o idealismo material que tanto Berkeley como Kant defendem. O que Kant designou como realismo empírico, isto é, existência aparente da matéria, está aqui exposto por Berkeley. Incapaz de compreender isto, Alain Renault escreveu, seguindo irreflectidamente o discurso falacioso de Kant na "Crítica da Razão Pura":

 

«Kant distingue dois tipos de idealismo: o idealismo dogmático de Berkeley, que defende um imaterialismo radical, a saber, que não existe nada, (nenhum mundo exterior)  fora do meu pensamento. O erro de Berkeley, segundo Kant, é imaginar que o sujeito possa ser considerado independente dos objectos que o rodeiam: eu não posso ter consciência de mim mesmo e da minha própria existência sem ter consciência do mundo. Quanto ao idealismo problemático de Descartes, esse defende, especialmente nas duas primeiras Meditações Metafísicas, que a existência do eu é muito mais certa do que a do mundo exterior, e que a existência de objectos no espaço é indemonstrável (o que torna necessária a intervenção propriamente metafísica de Deus no seu sistema filosófico). Estas duas versões do idealismo são falaciosas: apresentando o espaço e o tempo como propriedades das coisas e não formas puras da intuição que o sujeito tem das coisas, Descartes e Berkeley cortam o sujeito do objecto, ou seja, do mundo exterior.» (Alain Renault, A filosofia, Instituto Piaget, pag 723; a letra a negrito é posta por mim).

 

É falso dizer que Berkeley apresentasse o espaço como propriedade dos corpos. Para Berkeley, espaço e corpos são indissociáveis e ambos, isentos de realidade em si mesmos,  são criação da mente humana ou da mente divina. Atente-se no que escreveu:

 

«E talvez se bem inquirirmos, concluiremos não poder formar a ideia de espaço puro, exclusivo de todos os corpos. Esta ideia, a mais abstracta, parece-me impossível. Quando provoco um movimento do meu corpo, se não há resistência, digo que há espaço; se há resistência, digo que há corpo; e na proporção da resistência maior ou menor, digo que o espaço é mais ou menos puro. Assim, quando falo do espaço puro ou vazio não deve supor-se que a palavra "espaço" representa uma ideia distinta ou concebível sem corpos e movimento.» (George Berkeley, Tratado do Conhecimento Humano, Atlântida Editora, pags 79-80).

 

O espaço é correlato dos corpos físicos, mas não é corpo material, não é propriedade dos corpos mas complemento destes. Isto é oposto ao que Renault afirma ter postulado Berkeley: «o espaço e o tempo como propriedades das coisas...». Assim, Alain Renault, tal como Kant, falsifica o pensamento desse filósofo notável que foi George Berkeley, falsificação essa de que não se apercebeu a generalidade dos estudiosos de filosofia.

 

UMA CONFUSA DEFINIÇÃO DE REALISMO

 

No glossário de filosofia, Renault revela ainda assinaláveis imprecisões como, por exemplo, ao definir realismo:

 

«Realismo: Em filosofia o realismo consiste em afirmar que existe uma realidade independente do conhecimento que se tem dela. Em filosofia das matemáticas, também se pode defender uma tese realista: os objectos e as relações matemáticas são nesse caso reportados, existem realmente de forma separada do nosso espírito.» (Alain Renaud, A filosofia, pag 732).

 

Esta definição é vaga e incorrecta no primeiro parágrafo. No idealismo de Kant os númenos ou coisas em si são incognoscíveis, isto é, são independentes do conhecimento humano mas são ideias, coisas imateriais, não são coisas físicas - por isso a doutrina de Kant não é realismo, ainda que Kant a denomine de realismo empírico, diferente do realismo ontológico.

 

Resta dizer que Renault, tal como Heidegger, Russell, Popper e a quase totalidade dos filósofos contemporâneos famosos e seus epígonos catedráticos e agregados de filosofia nas universidades, consideram, erroneamente, que a «coisa em si»  de Kant é um objecto material inapreensível, na sua pureza, pelos orgãos dos sentidos que apenas nos forneceriam o fenómeno ou aparência.

Exceptuo Hegel e, segundo me parece, Rorty, desta incompreensão essencial da ontognoseologia de Kant.

 

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