En España como en Portugal hay partidos a la izquierda de los socialistas - el Bloco de Esquerda, de Catarina Martins; Unidos Podemos de Pablo Iglesias - que no representan a la clase obrera sino la capa superior de la clase media urbana.
Ni el Bloco de Izquierda portugues ni el Unidos Podemos español denuncian la islamización de Europa por las olas sucesivas de inmigrantes islamicos venidos de Siria, Irak, Afganistan, Pakistan, Libia, Marruecos, Argelia, etc. Y ambos clasifican de «fascistas», «xenófobos» y «racistas» a los partidos conservadores de derechas, nacionalistas cristianos, como el Frente Nacional de Marine Le Pen, en Francia, y Vox, de Santiago Abascal, en España, porque estos dos partidos defienden el cese de la inmigración islamica hacía Europa y el cierre de las mezquitas donde se hacen violentos discursos contra la democracia en Europa.
El 14 de noviembre de 2018, un mítin de Vox, en Murcia, fue cercado por centenares de «antifascistas» de Unidos Podemos que intentaron agredir a los participantes gritando «Sin piernas ni brazos, fascistas a pedazos», «Los mataremos a todos como en Paracuelos», refiriéndose a las matanzas sistematicas de unas 3 000 personas de derechas en noviembre de 1936 bajo la supervisión del comisario comunista Santiago Carrillo en las fosas de Paracuelos del Jarama, Madrid, durante el ataque del ejército de Franco .
Los antifascistas comunistas - los de Unidos Podemos - se vuelven social-fascistas como Lenin y Trotski lo fueron en febrero de 1918 al suprimir el parlamento elegido en Rusia donde los comunistas solo poseían el 25% de escaños y al aplastar en marzo de 1921 el soviet de Kronstad regido por anarquistas y socialistas revolucionarios.
Los antifascistas catalanes de Comités de Defensa de la República se vuelven social-fascistas cuando, como sucedió el 6 de diciembre de 2018, atacan en la plaza 1º de octubre en Girona con palos y piedras un mítin de Plataforma per Catalunya, partido de Monica Lora, no independentista que pone en primer plan el combate a la inmigración islâmica ilegal, a la islamización de Catalunya y a los abusos sexuales cometidos por magrebíes y otros sobre mujeres de cualquier nacionalidad.
En 2015, había unos 19 millones de musulmanes en la Unión Europea, un 3,8% de la población total. La gran mayoría eran sunitas con una minoría de chiitas. Los países con mayor porcentaje de población musulmana eran Francia, Bélgica, Holanda, Reino Unido, Alemania y Suecia.
El 5% de la población británica es de religión musulmana pero ese porcentaje no ha impedido que haya miles y miles de violaciones y otros abusos sexuales de chicas inglesas por inmigrantes de Pakistán, Bangladesh, y otros países, hechos graves que la prensa no relata por miedo. En Suecia, que recibió una oleada de 250 000 inmigrantes en 2015-2016 y dejó de ser un país de hermosa tranquilidad, hay barrios, en Malmo y Gotemburgo, donde la policía no entra a causa de las mafias de inmigrantes.
En diciembre de 2016, un obrero de Foroches, militante del Partido Comunista de los Pueblos de España, se pasó a la derecha nacional que defiende la clase obrera y su modo tradicional tranquilo de vivir y dejó el siguiente testimonio:
«Y, por supuesto, un barrio donde el porcentaje de inmigrantes ronda el 40% aproximadamente, en función de lo que veo cada día. Si eliminamos a los chinos y a la inmigración europea, pues hay italianos y portugueses, quizá nos pongamos en un 30 o 35% de moros, negros y sudamericanos.»
¿Y sabéis qué? Mi barrio no ha sido siempre así. Cuando yo era pequeño nos pasábamos horas en la calle sin temer absolutamente nada, más allá de los dos o tres yonkis pasados por la heroína a los que los propios adultos metían una hostia si se acercaban más de la cuenta a algún niño, aunque el adulto y el niño no se conocieran. Aquí había gente que dejaba las llaves puestas en el coche por la noche (sí, como lo oís) para asegurarse de no perderlas, y no se lo robaban. El dueño de la panadería la dejaba abierta todo el día, aunque él no estuviera dentro, y tú cogías la barra que querías y dejabas el dinero en un cesto. Cuando se jodía algo y el Ayuntamiento tardaba en repararlo, éramos nosotros los que lo solventábamos. Éramos una familia. Y hoy en día, pasar por esas calles es desolador. Y claro, por entonces, los españoles éramos más del 99% del barrio.»
«De vez en cuando vienen partidos como Podemos a dar discursos. Partidos hechos para la gente de clase media que vive en los barrios del centro. Y todos nos vamos dando cuenta, poco a poco, de que no es para nosotros. Están alejados de la realidad de los obreros, ni siquiera mencionan la lucha de clases en ninguna parte de su discurso.»
«Esos supuestos revolucionarios de izquierdas giran su discurso alrededor de gilipolleces que a los cabezas de familia sin trabajo les suda tres cojones. Vienen hablando de la construcción de un carril bici, del ecologismo, de los autobuses eléctricos, de meter (aunque sea con calzador) a mujeres en puestos de responsabilidad para que sean el 50%. Vienen hablando del ecologismo, de visibilizar al colectivo LGTBI, de financiar los cambios de sexo. Viene hablando de la importancia de integrar a los musulmanes en nuestra sociedad, de construir mezquitas; a la par que atacan a la Iglesia católica, de la que la mayor parte del barrio es seguidora (yo no lo soy). Vienen a hablarnos de acoger refugiados, como si esos refugiados fueran a vivir a los barrios del centro donde viven el grueso de votantes de Podemos. ¡No, van a venir a nuestro puto barrio, y que nadie lo dude, joder!»
«No es casualidad que en Francia mismamente, los socialistas arrasen en los barrios de clase media y alta, los conservadores anden en todos, y que Le Pen domine abrumadoramente en los barrios obreros. La gente de aquí quiere Paz, Trabajo y Pan. Quiere comer todos los días, un techo bajo el que dormir, y un nivel de vida digno para sus hijos. Los transexuales y los carriles bici nos sudan los huevos. Esos problemas son para vosotros, los de los barrios buenos, que podéis votar a Podemos para ser los más guays del grupo. Habría que ver qué pasaría si fueran vuestros barrios lo que están así.»
«Los únicos que hablan por el pueblo son los partidos de extrema derecha. Son los únicos que están entendiendo lo que sucede y que atacan al daño moral que supone ver tu cultura invadida, poco a poco, por terceros que no hacen siquiera ademán de integrarse y que han hecho del barrio la escoria que es hoy en día. No es un asunto de pobreza. Hace 30 años éramos pobres, mucho más que ahora, y el barrio era otra cosa bien distinta. Cuando mis padres vivían aquí antes de que yo naciera eran aún más pobres, y seguía siendo otra cosa.»
«Al final, incluso yo, un exmilitante del PCPE (Partido Comunista de los Pueblos de España) está desencantado con esta izquierda pro–LGTBI, pro–inmigración y que ataca constantemente al hombre blanco. Parece ser que si un hombre blanco entre un millón viola a una mujer todos son iguales; pero si 600 musulmanes entre 2.000 se dedican a delinquir y a vivir de la puta paga, “¡eh, no generalices tío!”. (Paga que no dan ni a un pobre hombre que haya empezado a currar con 16 y que se haya quedado en paro a los 46, después de 30 años, teniendo mujer e hijos).»
«Y declaro: en cuanto aparezca en España un partido de extrema derecha serio, voy a votarlo. Y muchos en mi barrio pensamos igual. Ahora solo haya agrupaciones de rapados mononeuronales como España 2000 o casposos como los de Vox, pero tarde o temprano aparecerá uno. Vaya si lo hará, igual que en toda Europa ha sucedido y solo faltamos nosotros.»
«¿Y sabéis qué? A los que vivimos aquí nos la suda que venga un pijo gafapasta a llamarnos racistas, xenófobos e intolerantes. Nos la va a sudar completamente. Y por lo que se habla en las calles, ese utópico partido no va a tener pocos votos precisamente. Estamos hartos”.»
(artículo «Un joven obrero explica su paso de la extrema izquierda al patriotismo de derechas», em el manifiesto.com, 28 de diciembre de 2016; la letra negrita es puesta por nosotros).
Comunistas, socialistas, centristas, liberales y conservadores partidarios de la apertura de fronteras de Europa a la inmigración islamica están suicidando Europa y preparando la futura guerra civil europea porque el islamismo es el fascismo religioso que apunta a la destrución de las democracias liberales y de los derechos e libertades de mujeres y hombres. La verdadera extrema derecha es la elite mundialista de milionarios, como George Soros, que financia a las mafias que transportan inmigrantes en pateras desde África y Asia hacía España, Italia, Grecia con la finalidad de sumergir Europa en la mano de obra islamica que impondrá la sharia en barrios y ciudades.
© (Derechos de autor para Francisco Limpo de Faria Queiroz)
Livraria online de Filosofia e Astrologia Histórica