Ortega y Gasset critica esta doctrina hegeliana del Absoluto:
«Al hablar sobre las cosas materiales o históricas Hegel quiere evitar decir sobre ellas verdades parciales. Se exige la verdad absoluta y, por tanto, tiene que averiguar ante todo cual es la absoluta realidad de que todo lo demás no es sino modificación, particularización, ingrediente o consecuencia. Hegel cree haberlo logrado en su filosofía fundamental que él llama lógica» (....)
«La realidad única, universal, es lo que Hegel denomina "Espíritu". Por tanto, todo lo que no sea francamente Espíritu tendrá que ser manifestación disfrazada del Espíritu; en la medida en que no parezca ser Espíritu su realidad será pura apariencia, ilusión óptica no arbitraria sino fundada en la necesidad que el Espíritu tiene de jugar al escondite consigo mismo. »
« ¿Qué es el Espíritu en Hegel? No nos engañemos: el Espíritu en Hegel es una enormidad en todos los sentidos de la palabra: una enorme verdad, un enorme error y una enorme complicácion. Hegel es de la estirpe de los titanes. Todo en él es gigantesco, miguelangelesco.»
(José Ortega y Gasset, Ideas y creencias y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid, 2019, pp 231-232; la letra negrito es colocada por nosotros ).
LA LIBERTAD PARA HEGEL NO ES LA LIBERTAD DEL EXISTENCIALISMO INDIVIDUALISTA
Ortega destaca que para Hegel el concepto de libertad no es lo mismo que para nosotros, los que significamos libertad en modo existencialista, es decir, de optar en cada momento, individualmente, por seguir este o aquel camino. Hegel sostenía que ningún individuo logra superar el espíritu de su pueblo, por diferente que sea del sentido común de sus compatriotas en el plano artístico, político, religioso o filosófico.
Escribe Ortega:
«Mas no se olvide que en Hegel la libertad no significa lo que suele para nosotros. Para nosotros es la capacidad de negar lo otro que yo, es "libertarse de", y sólo esto, sólo este movimiento de evasión y de fuga que es, a la vez, un venir cada cual a sí y quedarse aparte de lo demás. Para los alemanes, un poco asiáticos siempre, panteístas, libertad es un negarse a sí mismo, un limitarse a sí mismo o autodeterminarse. Ahora bien, yo no puedo limitarme a mí mismo si no es aceptando algo distinto de mí que me limite - por tanto, aceptando en mí a lo demás, llenándome con lo otro, con los otros, integrándome, desindividualizándome, generalizándome - en suma, fundiéndome con lo que queda fuera de mí, con los prójimos de mi pueblo y formando con ellos la unidad colectiva de una nación. Para Hegel sólo al través de un pueblo determinado puede el individuo ser libre o mejor aún, sólo el pueblo como unidad espiritual indivisa y en bloque es libre.»
«La inspiración inglesa es antagónica de ésta. Para ella la libertad es el estatuto del ser en la pluraridad. Un ser único, solitario no ha lugar a ejercitar su libertad. Decir que el solitario es libre significa una superchería y una superafetación. ¡Claro, si no hay más que él como no va a ser libre! El atributo de libertad no añade entonces nada. Libre es el que viviendo entre muchos, en obligatoria compañia, tiene no obstante derecho a su soledad, a ser aparte, frente a los demás. Por eso para el inglés la sociedad, es una mera suma de individuos, un complexo de átomos.»
«Esta idea desesperaba a Hegel. (...) El Estado, pues, representa para Hegel la unidad del pueblo frente a su dispersión, en meros individuos (...). La historia no es la historia de los individuos, sino de las unidades populares.(...)¿Quiénes son, pues, los personajes de la Historia universal, es decir, las únicas entidades que tienen efectiva realidad histórica? Éstas y en este orden: China, India, Persia, Fenicia, Siria, Turquía, Grecia, Roma, Arabia, Europa. Cada uno de estos elementos representa un modo radicalmente nuevo de entender la vida.»
(José Ortega y Gasset, Ideas y creencias y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid, 2019, pp. 238-239; la letra negrito es colocada por nosotros ).
En este pasaje, Ortega omite el concepto de astucia de la razón universal (Dios), es decir, Espíritu divino elige a los grandes hombres, de entre la multitud, para, utilizando las pasiones o inclinaciones de esos estadistas, llevar a cabo las transformaciones histórico-sociales que la misma razón universal o Idea planeó. Así, por ejemplo, en 1799 la razón, en este caso el Espíritu del Pueblo Francés, escogió un general ambicioso y de gran valor militar para anular el caos de la revolución francesa y crear el imperio, la nueva Francia de la burguesía triunfante.
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